Todos alguna vez nos hemos sentido mal o con la autoestima baja, lo creas o no, esto puede afectar directamente a gastar más de lo que podemos en productos o servicios que nos hagan sentir mejor.
Muchas personas recurren a realizar compras como una manera de distraerse y evadirse de sus problemas. E incluso para aumentar su autoestima y autopercepción, comprando algo que les haga sentir y percibirse mejor, como por ejemplo, ropa.
Esto lleva a efectuar desembolsos grandes y en algunos casos puede volverse algo compulsivo. Ya que estamos comprando con las emociones y no la cabeza, no estamos siendo 100% conscientes de qué impacto tienen estas compras en nuestra cartera y si no hacemos el ejercicio de volverlo consciente probablemente lo repetiremos.
No importa lo cuidadoso que seas con tu dinero, en ocasiones es imposible resistirse a una compra impulsiva de supergangas o productos indispensables que necesitas ya mismo y que son fuente de satisfacción instantánea y a la vez causa de miles de discusiones en casa.
Lo importante es poner atención a por qué compramos lo que compramos y si se trata de algo pensado y premeditado o de un impulso.